Palacio Laredo. Centro Internacional de Estudios Históricos Cisneros
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Paseo de la Estación, 10 28801 Alcalá de Henares (Madrid)
Edificación que data del siglo XIX (finalizó su construcción en 1884), su autor y primer propietario fue Manuel Laredo que la utilizó como finca de recreo: se concibió más como una casa de campo al borde de huertas que como una vivienda urbana.
En ella se mezcla el estilo ecléctico neomudéjar que se caracteriza por una utilización exhaustiva de las posibilidades decorativas del aparejo de ladrillo visto en las fachadas y por la utilización de un vocabulario formal con reminiscencias a la arquitectura árabe con gran libertad, fantasía y dominio del oficio de constructor, aspecto éste que también se manifiesta en las plantas y secciones del edificio.
Se sitúa en un eje que une la estación de ferrocarril con el casco histórico de la ciudad, eje que es el único trazado urbano del siglo XIX que se conserva en Alcalá de Henares. A lo largo de su historia no sufrió importantes reformas, pero si el deterioro de algunos de sus elementos.
En el año 1977 fue donada al Ayuntamiento de Alcalá de Henares que lo cedió para su uso a la Universidad de Alcalá en 1986. Su restauración, conjunta con el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo como institución directora de los trabajos, tenía como objetivo permitir su uso y mantenimiento como edificio universitario.
En este proyecto, el aspecto funcional o programa de utilización posterior tenía una importancia secundaria, ya que se consideró que por su singularidad, la restauración del edificio era un fin en si mismo. Algunas de las actuaciones que se contemplaron fueron las siguientes: en el exterior se restauraron las cubiertas fachadas, y se recalzaron las cimentaciones. En el interior además de realizarse una intervención estructural en los artesonados para impedir su hundimiento; se colocaron nuevos suelos de madera, cerámica y mármol; se entelaron y pintaron algunos muros; se restauraron las pinturas y escayolas, las cerrajerías, las vidrieras y cerámicas. Todo ello con el fin de recuperar la rica decoración interior.
En el caso de los artesonados, la complejidad de las soluciones adoptadas para su consolidación sólo fue equiparable a la diversidad de técnicas que hubo de emplear en la restauración de las pinturas, de las escayolas y de las cerámicas: cada espacio interior, por sus propias y peculiares características, requería actuaciones específicas.
El criterio con que se abordó su restauración fue emplear aquel que permitiera delimitar la decoración original de la restaurada, y se completó el proyecto con estudios y propuestas sobre el tratamiento de sus espacios verdes, el amueblamiento y la iluminación interior.